Doma de potros.
Educación efectiva y respetuosa con el medio ambiente.
Nos dedicamos a la doma de potros desde su nacimiento. Es importante que el potro esté en unas condiciones de vida saludables, con mucho espacio para que pueda moverse en libertad y oportunidad para relacionarse con otros potros y caballos adultos. Solo así se conseguirá la relación de confianza y complicidad que buscamos.
¿Cómo lo hacemos?
La doma de potros no es una ciencia exacta. Cada animal es distinto y nos adaptamos a su personalidad y forma de ser.
En los primeros meses es importante ganarnos su confianza, mimarle mucho, acariciarle y reconfortarle cuando siente miedo o que algo no va bien.
El destete y la separación de su madre tiene que ser progresivo, sin que ello suponga un trauma para el potro.
Poco a poco le acostumbraremos a dejarse acariciar por todas partes, especialmente las orejas, la boca, los ojos y las partes genitales, facilitando así el trabajo del veterinario y del dueño si hay que hacer curas.
Marcaremos unos límites desde el principio (no morder, no patadas, no pisar…) y trabajaremos para quitarle miedos instintivos.
Enseñaremos al potro que nos siga del ramal, daremos paseos con él para que aprenda a confiar en nosotros. En estos paseos, se creará un fuerte vínculo con nosotros.
A los dos años podemos dar paseos con riendas largas y montura y cuando se acerque a los tres años ya lo prepararemos para las primeras montas.
A partir de los tres años empezamos la monta en la cuerda y libre en el picadero, en la pista grande y las primeras salidas.
La doma de potros es un proceso clave en la educación de un caballo, ya que es en los primeros meses de vida cuando aprenden muy rápido lo que será normal en sus vidas. Hay que aprovechar esta etapa para crear un vínculo fuerte que nos acompañe siempre.